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"CIUDAD DE GUATEMALA.-Manuel Pop, Reyes Collin Gualip y Daniel Martínez Hernández fueron condenados por los delitos de asesinato y deberes contra la humanidad (en la aldea Las Dos Erres, Peten. El 7 de diciembre de 1982). Mientras que a Carlos Carías se le agregó el delito de hurto agravado lo que hacen un total de 6 mil 66 años de prisión." (Prensa Libre, 3 de agosto de 2011)
Estando en 1984 en la selva de Petén tuve la oportunidad de conocer a Moisés, Moisés así a secas. Su apellido no importaba, su historia tampoco pero él quiso contármela.
Como otras muchas veces, una tarde Moisés me llevó una mojarra asada que él mismo había pescado por la mañana, se sentó en el suelo a la par de la hamaca en donde la malaria me tenía postrada y cuaderno y lápiz en mano, esa vez no preguntó, él quería hablar, contar lo que había vivido y el porqué de su presencia en las filas guerrilleras.
Lo recuerdo ahora, delgado, pálido, con la ropa y las botas de hule rotas, recostado contra el tronco de un árbol.
Compa Ester. Está dormida? preguntó. Lo escucho, le respondí y él como hablando consigo mismo me narró el día en que el ejército de Guatemala llegó a la aldea Las Dos Erres en el norteño departamento de Petén.
"...Moisés con el corazón oprimido corrió a protegerse detrás de los árboles. Toda su familia había sido asesinada en el primer ataque a excepción de su hijo de escasos meses de nacido. Impotente escondido entre los matorrales, Moisés pudo ver al soldado que encontró al niño llorando y le estrelló la cabecita contra una piedra. Eran los hombres que habían llegado el día anterior." (Novela La Llave, Chiqui Ramirez, 2009)
Su historia, una entre 250 mil víctimas que dejó el conflicto armado interno en Guatemala de las 669 matanzas que quedaron documentadas en el informe Memoria del Silencio de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) 1999, me impactó por la brutalidad sin medida de los asesinos.
A las 21 horas de ese día, llegan a la entrada de la comunidad y caminan seis kilómetros. Durante la noche reunieron a los vecinos y a las 6 horas del 6 de diciembre, pidieron autorización para "vacunar" –matar –a los civiles.
Cerca del mediodía, empieza la masacre. Los primeros en morir fueron los recién nacidos, a quienes mataron con un golpe de almágana en la cabeza, ante la mirada de sus padres y las súplicas de perdón.
Según uno de los exkaibiles que participó en la masacre, en la noche del 6 de diciembre, los soldados volvieron a violar a las niñas que aún estaban con vida y a varias mujeres.
El 7 de diciembre, los kaibiles empezaron a matar por igual a hombres y mujeres. Unos fueron ejecutados con la almágana y otros con arma de fuego. "La matanza terminó el 8 de diciembre", declaró Daniel Martínez Hernández,
ex-subinstructor kaibil que fue condenado.
Luis Arévalo, de 54 años, uno de los sobrevivientes, recuerda: "El pozo, donde el Ejército lanzó 165 cuerpos, lo cavamos con mi papá. Buscábamos agua, tenía unos 12 metros de profundidad. Al enterarme de la noticia -de la masacre- fui a buscar al teniente Carlos Carías, para que me explicará lo ocurrido, pero nunca me habló, a pesar de que preste servicio militar en forma voluntaria", relató.
Todo ocurrió durante el gobierno de facto del general José Efraín Ríos Montt, quien niega haber tenido conocimiento de esa acción militar, agregando que los 165 cadáveres que fueron encontrados dentro del pozo no corresponde al número de víctimas en Las Dos Erres, ya que la población era mucho mayor.
Es difícil entender la indignación e impotencia de no poder castigar a los culpables de tanta injusticia. De ver a ese hombre solo, impotente, buscando en la guerrilla la respuesta a lo incomprensible de la pesadilla que había vivido. Necesitaba comprender el porqué esos hombres provocaban tanto sufrimiento a niños, mujeres, ancianos que no hacían mal a nadie, que solo querían vivir en paz en su pobreza.
Atrás dentro de un pozo sin agua quedaron sus seres queridos; allí se quemaron sus sueños, la alegría de contar con una familia dentro de la pobreza de su rancho de varas y techo de palmas de manaco; allí murió la certeza que no pasarían hambre al ver la milpa jiloteando; allí convertido en cenizas quedó la posibilidad de comprar un poco de azúcar con la ganancia de la venta de las pepitas de ayotes.
Con una inteligencia poco común Moisés había aprendido a hablar bien y escribir el castellano, tras escapar de la masacre de Las Dos Erres, se topó con una patrulla guerrillera de las FAR y se incorporó a la misma. Moisés me hacia muchas preguntas sobre ese mundo ajeno que no conocía, del significado de las palabras, del contenido del programa de gobierno de la URNG…su gran sensibilidad humana lo hacía preocuparse por los demás y olvidando su propia tragedia, siempre tendió la mano a quienes lo necesitábamos, su sonrisa espontánea apenas iluminaba la tristeza de sus ojos almendrados.
Y el tres de agosto 2011, Manuel Pop, Reyes Collin Gualip, Carlos Carías y Daniel Martínez Hernández, los kaibiles capturados y llevados a juicio declararon su inocencia ante el tribunal integrado por los jueces Patricia Bustamante y Pablo Xitumul, pero habían demasiadas pruebas y fueron condenados a 6mil 66 años de prisión. 666 !!
Es de felicitar a los jueces que valientemente aplicaron la ley después de 39 años de cometidos los hechos, una ocasión para celebrar el triunfo sobre el mal porque si bien los kaibiles se esmeraron en masacrar poblaciones civiles como les habían enseñado, hay que hacer notar que las órdenes venían del Estado Mayor del Ejército y que fue el mismo general Ríos Mont quien tras un golpe de estado fungía como presidente de la república de Guatemala el 7 de diciembre de 1982.
Mientras tanto, otros muchos kaibiles siguen sueltos en el área de Mesoamerica sin que los gobiernos de México, Guatemala, El Salvador y Honduras puedan detenerlos, ya que ellos, los kaibiles cuentan con el apoyo y consentimiento de las altas esferas de los ejércitos regionales, de algunos de los jueces y aplicadores de justicia que por soborno, compradasgo, identificación ideológica, intereses económicos y, vaya Dios a saber que otras razones, son parte del crimen organizado.
Los carteles de la droga están metidos en los gobiernos del área de Mesoamérica, han copado los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y están empeñados en "invertir" en grandes empresas como la construcción de carreteras y explotación minera y petrolera.
Habrá que buscar como aguja en un pajar a los candidatos y / o partidos políticos del México, Guatemala, El Salvador y Honduras que no tengan vínculos de intereses con los carteles del narcotráfico para que hagan gobierno. Necesitamos líderes honestos, comprometidos en servir y velar por su país, líderes que verdaderamente trabajen por el bienestar del pueblo; ejércitos que accionen de manera conjunta y combatan a morir al crimen organizado incluyendo el ejército de los Estados Unidos de Norte América principal consumidor de drogas.
*Chiqui Ramírez es Escritora, Ceramista, Muralista, Maestra de artes plásticas, Alfabetizadora de adultos y Conferencista sobre la Cultura Maya.
Fotografía: Familiares y pobladores de la comunidad Dos Erres participan en una marcha de recordación de las víctimas que fueron masacradas en 1982, en Petén. (Foto Prensa Libre, 23 de Julio de 2011)